Hace unos años tuve un novio usurpador. Al principio no me di
cuenta, pero después fue descuidándose tanto en sus métodos que terminé
descubriéndolo. Al principio se trataba de un usurpador enamorado, después de
un usurpador al que ya no envolvía la burbuja del amor, es decir, un vulgar
usurpador. Por ese entonces yo ya sabía que era escritora, pero es posible que
aún quedara en mí un pequeño resquicio de duda por el que él se introdujo
logrando incluso que su nombre apareciera en mi primer libro. Me pareció justo
porque aprecié sus sugerencias respecto a puntuación y asuntos que podrían
considerarse técnicos, no me pareció una usurpación, quizás no lo era aún.
Luego la campaña de usurpación empezó a ganar terreno poco a poco, un ejército
de diminutos soldaditos que comenzó de pronto a reproducirse.
El usurpador quería ver todo lo que yo escribía antes de que
fuera publicado, empezó a hablar como una gran autoridad en la materia y los
soldaditos diminutos se convirtieron en uno solo muy grande, uno gigante,
frente al cual yo era minúscula. Al principio me dio algo de temor y es posible
que le haya seguido el juego por un tiempo, después la escritora que estaba
dentro mío se hartó, había ido creciendo tanto o más rápido que los pequeños
soldaditos y ya superaba al gran soldado. La escritora soy yo, me dijo, soy yo
la que publicó un libro, la que escribe para un par de revistas, la que lleva
un blog, por qué ha de ser él la autoridad en la materia ¿acaso he visto alguno
de sus escritos?
Me alejé. Tiempo después nos vimos por ahí, le conté sobre mi
trabajo de escritora fantasma y me propuso que se lo cediera, así yo no tendría
que escribir y ganaría el 20 por ciento de lo que ya ganaba sin hacer “nada”,
él sería el fantasma del fantasma. Se le zafó un tornillo, pensé, este
usurpador está chalado. El soldado,
antaño grande, se había reducido mucho y ya casi tenía que verlo con lupa, pero todavía
estaba en pie. Para el final de la taza de café ya se había desmoronado y en el
cúmulo de su polvo no podía verse nada de su figura de antes cuando casi fue
un usurpador satisfecho, conquistador de vastos terrenos.
*Usurpador: Quien se arroga la dignidad, empleo u oficio de otro y los usa como si fueran propios.
Así se escribe.
ResponderBorrarGracias por tus textos.
Un lector.