3/03/2014

Unos días en el campo

Mi actual improductividad literaria parece querer arrastrarme a la escritura de un diario, el diario de un/a escritor/a en crisis, y qué puede tener de interesante un diario tal. Sólo quejas, lamentos de un escritor/a que no escribe. No importa. A lo mejor la escritura de ese diario arroja algo de luz sobre las causas de mi improductividad literaria, de no existir dichas causas, de tratarse de una cuestión en la que no hay causas ni efectos entonces dicho diario podría servirme como una especie de calmante o, mejor aún, en el ejercicio que traiga la inspiración de vuelta, nunca se sabe. Lo importante, en todo caso, es detener este tren de ansiedades, aquietar la mente. Cuando uno cree en la inspiración no pierde la esperanza, puede tocar a la puerta en el momento menos pensado, nunca se sabe.

Hace unos días hablé O, que estudia creación literaria, se burló de uno de sus profesores:

_el man dice que la inspiración no existe.

El que diga que no existe es porque nunca la ha sentido, no existe para él, para nosotros sí que existe. Que la inspiración exista no quiere decir que uno no deba trabajar, pasa como con la existencia de Dios, exista o no exista toca trabajar.

Sea como sea, la inspiración hace rato que no pasa por acá, algo debió caerle terriblemente mal, temo que no vuelva a visitarme. Temo y al mismo tiempo no temo nada, me preocupa y al mismo tiempo me importa cinco ¿qué puedo hacer? ¿Buscar la forma de pasar una pequeña temporada en el campo? No sé porqué pero siempre he creído que la solución a todos los problemas consiste en ir unos días al campo, un sitio donde uno pueda ver mucho verde.