4/30/2011

EL GIRO

La muerte de Paula fue culpa nuestra. No tiene ningún sentido que nos digan que no es así, que son cosas que pasan…Somos culpables y lo sabemos muy bien. En el fondo nunca quisimos a Paula, por eso la cargábamos con responsabilidades, a Ana en cambio la queríamos. No había ninguna razón para no querer a Paula, que no la quisiéramos era caprichoso. Mirándolo bien había muchas más razones para querer a Paula que a Ana, era juiciosa, cumplía cabalmente con todo lo que le asignábamos y siempre estaba ahí para hacernos cualquier favor. Además a Paula no la dejamos hacer lo que quiso, a Ana sí, a pesar de que lo que Ana quería era tan inconveniente como lo que quería Paula.

No tenía ningún sentido enviar ese giro a nombre de Paula, el dinero que enviábamos era para Ana. Era nuestro deseo inconsciente de molestar a Paula, sabíamos que odiaba hacer vueltas y queríamos hacerla ir a reclamar el giro. Quizás en el fondo de nosotros, en nuestro inconsciente, sabíamos lo que iba a pasar, sabíamos el riesgo que eso implicaba y preferíamos como siempre exponer a Paula y no a Ana. Puede ser también que no fuera amor lo que nos hacía librar siempre a Ana de cualquier responsabilidad sino la sospecha de que era incapaz de hacer cualquier cosa. No importa. Lo cierto es que tuvimos la culpa de que Paula muriera, la mataron por quitarle un giro que ni siquiera era para ella.

El perdido


Perdido se aferró al primer camino que encontró, pues todos los caminos conducen a algo. Después de caminarlo por varios días llegó al final del sendero y no había nada, sólo la espesura de la selva, supo entonces que algunos caminos no conducen a nada.

4/25/2011

Todos quieren gorrear música

Tengo dificultad para hacer amigos. Estoy en plena juventud y soy nuevo en este pueblo, además vengo de otro país muy lejano y todo es muy extraño para mí. Los jóvenes de aquí me miran con curiosidad pero no sienten afinidad, cuando paso al lado de ellos detienen la conversación, y no se aseguran de ser ellos mismos otra vez sino hasta cuando ven que ya voy muy lejos. Lo más seguro es que tenga que vivir mucho tiempo aquí, hasta que la justicia se olvide de mi padre o hasta que lo den por muerto, mientras tanto este sigue siendo un lugar perfecto para un fugitivo. Por eso he observado a los jóvenes, no quiero seguir siendo un extraño, en algún momento habrá que romper el hielo.

La música une a los hombres, donde hay música hay alegría, me dije, y decidí empezar por ahí. Oyen una música horrible, pero a todos les gusta, los pone a mover el esqueleto. Ahora que ya tengo los nombres de los artistas que les gustan y este buen equipo que traje de mi país más avanzado puedo llevar a cabo mi plan para conseguir su amistad.

25 de abril

Lo he hecho, eché los parlantes en el morral y salí a caminar por las callejuelas. El sonido bien ecualizado. Buen volumen para que me sigan oyendo como a cinco cuadras. Voltearon a mirarme con más emoción que antes, algunos me han sonreído.

30 de abril

He ido venciendo su timidez, unos pocos ya me siguen, la música es un señuelo eficaz. Todavía falta un poco, cuando volteo se quedan inmóviles y miran para otro lado.

5 de mayo

Ahora me siguen muchos, a medida que avanzo se unen más y más, cada cuadra se suman más. Quieren disfrutar de la música y del buen sonido de que dispongo. Al principio eran muy tímidos todavía para romper el hielo, pero ahora hay algunos, -los más extrovertidos, claro- que bailan. Así mientras yo camino ellos bailan detrás de mí, a veces me detengo unos minutos para que les quede más fácil bailar, pero sólo a veces, cuando estoy de buen genio.

10 de mayo

Todos quieren gorrear música. Siempre llevo el morral con los parlantes encendidos y ellos se van detrás de mí moviendo el esqueleto. Ahora esperan ansiosos a que salga de la casa.

4/14/2011

Sí mismo


Mucho tiempo intentando conocerse a sí mismo. Luego, cuando ya uno cree conocerlo, sí mismo cambia así de sopetón y todo el trabajo se pierde, uno queda en la nada, el conocimiento se revienta como una pompa de jabón y toca empezar otra vez de cero.

O será amnesia espiritual.

Sí mismo cambia muy rápido.

4/04/2011

Un trabajo raro

Siempre he tenido trabajos poco comunes, aún cuando han tenido que ver con mi profesión y se han requerido mis conocimientos, pero los más rentables han sido precisamente esos en los que no se requiere ninguna preparación. Los cargos que tenían que ver con mi título eran los más ingratos, afortunadamente me he podido dedicar los últimos años de mi vida a trabajos raros. Ahora encontré uno tan bueno que es muy posible que no necesite buscar más y me quede en él hasta el fin de mi vida, este trabajo podría representar el fin de mis días pero lo pagan tan estupendamente bien y es tan fácil que no pude decir que no, además no es de todos los días, a lo sumo dos veces al mes, cada una de dos y hasta tres días. El resto de tiempo lo tengo libre, es imposible saber cuándo me llamarán, pero el contrato es indefinido y si no me llaman en un mes, el generoso salario de todas formas llega. Los extraños empleadores no muestran ningún deseo de saber nada de mí, pero son muy amables, quizás lo saben todo, aún ignoro porqué me escogieron y a veces no sé si sentirme favorecida o desgraciada. Vivimos en un mundo dual, todo es bueno y malo a la vez, pero mi nuevo trabajo tiene mucho de bueno aún cuando el riesgo es grande.

Ni yo conozco la verdadera identidad de mis empleadores, mi instinto de sabueso me dice que no son quienes dicen ser. Cuando me llaman debo cortar todas mis actividades y viajar fuera del país, siempre en vuelos privados. Después de atravesar ríos desconocidos puede seguir un camino por tierra, la mayoría de las veces destapado y difícil, ese tramo lo recorro con una venda en los ojos. Al llegar al lugar me ubican siempre en alguna habitación magnífica. Mientras espero la hora de la comida puedo ponerme a merced de las masajistas, ver una película o leer un libro, también puedo recorrer parte de la edificación siempre muy grande y agradable o ver la colección de arte que tengan en el lugar . Todo el tiempo me tratan muy bien, incluso cuando me vendan los ojos. Aprecian mi trabajo y hacen lo que pueden para mantenerme a gusto y aligerar el peso que éste pueda tener.

Cuando llega la hora de la comida me conducen, con los ojos vendados otra vez, a la cocina, a veces son cocinas lujosas, otras veces cocinas descuidadas, eso seguramente depende del país y la cultura donde nos encontremos. En la cocina o algunas veces en un salón me quitan la venda, me sientan a una mesa elegantemente dispuesta y me sirven un plato muy bueno siempre, alta cocina, comida gourmet y qué comida! Siempre hay un chef diferente. Mi comportamiento entonces es muy solemne, la espalda recta, la mirada penetrante, todo el personal de cocina se pone frente a mí y yo los escruto con la mirada a todos. Les doy mi mirada más intimidante. Acto seguido me siento a comer, saboreo el primer bocado lentamente. Tomo bocados muy pequeños, huelo discretamente todo lo que me llevo a la boca.

Esta es la parte más peligrosa de mi trabajo, por este solo momento es por el que me pagan, también es la parte que más disfruto. Los sabores son maravillosos, a veces me sorprenden con platos exóticos. Mientras mastico el tiempo se detiene a mi lado, todo se congela, la expectación de los presentes es total. Espero unos minutos tras ese pequeño bocado, retiran el plato para retocarlo frente a todos y llevarselo a algún poderoso comensal en el gran salón. Me pasan el siguiente, y así sucesivamente, siempre con pequeñas pausas entre cambio y cambio de plato. Al final he comido suficiente para llenarme pero de todas formas me sirven un plato para mí sola, que se supone debo comer aliviada y desprevenida pues nadie tiene motivos para envenenarme.

La verdad es que nunca he podido disfrutar del todo ese último plato, para mí el riesgo sigue siendo tan grande como antes, ya mi predecesor murió tras comer de su plato, del último plato. Otros han muerto al tercer o cuarto plato, otros al primero. El trabajo es siempre igual de peligroso. Además quien dice que no hayan perfeccionado los venenos para que no tengan un efecto inmediato. Pero el pago es grandioso, un poco más y me retiro del trabajo, que con lo que tendré ya podré vivir tranquila. Soy libre de romper el contrato cuando quiera, por ahora estaré un tiempo más, pues no tengo ningún deseo de conocer la cara oscura de mis empleadores y es posible que la muestren al ser notificados de mi renuncia. Además el resto del tiempo lo paso estupendamente, mis empleadores incluyen en el salario un generoso bono para asistir a los conciertos que quiera, siempre en primera fila, y en vacaciones además de la prima me obsequian un tiquete abierto.

4/01/2011

Autoproclamarse escritor(a)




Autoproclamarse escritor es el primer requisito para ser reconocido como tal. Es verdaderamente interesante pensar en lo que el escritor representa para la sociedad. La concepción que la gente tiene del escritor se siente en carne propia.






Aunque generalizar es siempre una imprudencia, me atrevo a decir que los músicos aquí muestran un respeto instintivo hacia el escritor, pero mantienen una distancia más que prudente, no leen mucho y no saben nada de literatura. Los artistas plásticos menos aún, estos ni siquiera consideran la literatura como un arte, no entienden al escritor pero intuyen vagamente que se trata de alguien con inquietudes artísticas. Los políticos en cambio admiran al escritor, se rodean de escritores y muchos escriben o tienen aspiraciones literarias. Decir aquí hoy que uno es escritor es algo tan anticuado como decir que es católico apostólico romano.

Naturalmente también hay gente que está imbuida en el mundo literario, pero a grandes rasgos la percepción que se tiene en la sociedad del escritor es vaga, una reminiscencia romántica. Ha sido grato y provechoso para mí encontrar gente que ve en el escritor a la persona que puede poner en palabras lo que los otros sienten o piensan, una especie de emisario. También ha sido grato encontrarme con quienes piensan que al escritor le corresponde atar los cabos esparcidos a lo largo de una vida, cabos disfrazados de acontecimientos insignificantes, algo así como encontrar la trama de un tejido, ir descifrando paso a paso el sentido de la vida, diseccionarla, descomponerla en detalles.Una especie de hierofante.