8/26/2013

DEPRESIÓN


Me siento rara al abandonar mis ambiciones literarias y escribir sobre un tema tan trillado y poco fantástico como la depresión. Nunca he ido al sicólogo ni al siquiatra, bueno, fui a una siquiatra cuando estaba en la Universidad Nacional, pero ella y su asistente eran tan raros que no volví después de la primera consulta, convencida de que los locos eran ellos y no yo. No es necesario recibir un diagnóstico de un sicólogo para saber si uno es depresivo.

No voy a escribir un largo artículo hablando de lo terrible que es la depresión y de cómo lo lleva  a uno al suicidio porque eso los deprimiría. Ustedes deprimirían a los que les rodea y todos no seríamos más que una mano de deprimidos.

Solo quiero contarles algo a lo que llegué luego de varios años de deprimirme: hay que hacer todo lo posible para quitarse la depresión,  es verdad que el mundo es una mierda y todo está muy mal, pero no hay que darle importancia a eso porque la vida es corta y es triste que se nos vaya viendo lo malo, no dejemos que  nos consuma el sufrimiento, aún debe quedar algo bueno, algo incorrupto que valga la pena observar. Nada saca uno con meter el dedo en la llaga y alimentar la herida viendo el noticiero, viendo la calle, viendo la gente.

Si uno puede, debe poner música alegre y olvidarse del mundo por un rato, ponerse a hacer algo, a escribir, a leer, a dibujar, a trabajar o simplemente a limpiar, pues la depresión no lo deja a uno hacer nada de lo que pueda sentirse especialmente satisfecho, va uno a escribir y no sale nada, intenta uno dibujar y le queda feo, intenta leer y no se concentra…Hay que insistir en el propósito de alegrarse, si hace un buen día puede uno salir a dar una vuelta por el barrio, comprarse un helado, alguna cosa que se suponga alegre, cuando uno insiste, al cabo de un rato, de un día, de un par de días uno empieza a fluir otra vez, el radar vuelve a ubicar el norte. Si existe alguna sustancia que le suba el ánimo, evalúe sus efectos adversos y si ve que no los tiene o son mínimos consúmala, se trata de quitarse la depresión. Haga lo que esté a su alcance para alegrarse. No caiga en el alcohol porque eso empeora las cosas, sea inteligente, sea su propio médico, nadie asumirá el reto de mejorarse como usted, no vaya a donde ningún sicólogo.

Eso funciona, tarde o temprano. Intente con todas sus fuerzas no quejarse, no convierta a los demás en víctimas de su depresión, no los convierta en su inodoro emocional, no los desanime, eso sólo hará que empiecen a huir de usted, no se convierta en esas personas que le bajan la nota a los demás. Todos sabemos lo mal que está el mundo, no necesitamos que nos lo recuerden constantemente, necesitamos más bien alguien que nos haga olvidarlo. Deprimidos ayudamos menos al mundo que alegres, puede ser cierto que con nuestra alegría ayudemos así sea un poco a equilibrar la carga energética, la lucha debe ser a todos los niveles.

No quiero decir con esto que haya que ser estúpidamente alegre, hay que hacer cosas, hay que pensar cómo puede uno contribuir a un mundo mejor con su quehacer, si todo está perdido a los escritores nos queda por lo menos contar la historia como fue, no olvidar nuestro rol de testigos. A mí que está quedando muy difícil no deprimirme con el hecho de que ahora en Colombia se pueda llevar a un campesino a la cárcel por sembrar semillas de las de verdad en lugar de sembrar las que están inoculadas por el demonio, las que quiere venderle el gobierno favoreciendo a Monsanto y ayudándole en su plan de que nos de cáncer a todos para que tengamos que comprarle medicinas a las grandes farmacéuticas, es difícil no deprimirse. Suena absurdo, parece sacado de un cuento de ciencia ficción, pero es verdad, es obvio, ni siquiera puede llamarse conspiración porque es muy evidente, no es un secreto para nadie.