12/20/2014

Lluvia dorada



Un amigo me llamó hace un par de días a invitarme a la proyección de un documental de Nick Cave. En un tiempo oía mucho a Nick Cave and the bad seeds, tuve una caja con dos cds, una edición limitada de No more shall we part, se perdió, me la robaron en una celebración que se hizo en mi casa por ese entonces, el día de mi cumpleaños. Yo oía a Nick y cantaba sentidamente sus canciones, sobre todo no more shall we part, es probable que también se me escurrieran un par de lágrimas mientras cantaba, tenía un espíritu tormentoso. Hoy las cosas tan melancólicas me hacen reír con un poco de sorna, ya no oigo a Nick Cave. Pero el documental estuvo bien, mejor que el de David Bowie para mi gusto, aunque el primero peca de superficial y este de una gran pretensión de profundidad, en uno no aparece el artista y en el otro el artista habla todo el tiempo y uno termina un poco hastiado. El autor no logra ser más interesante que la obra, pasa lo mismo con los escritores, cuando se los conoce decepcionan, es inevitable. ¿Será que todavía hoy alguien oye a Nick Cave?

Para entrar hubo que hacer fila, -aquí nos gustan mucho las filas-, mientras esperábamos mi amigo me contó que se fue de paseo a una finca con su novia y la familia de su novia y por la noche, cuando se fue a dormir solo, no sé si solo en una habitación o solo en su cama, empezó a llover, todo estaba muy oscuro. Ahí, en la oscuridad del lecho desconocido sintió una presencia, se asustó. Convencido de que había alguien cerca lanzó su brazo al vacío y creyó tocar a una persona. ¿Quién está ahí? dijo mi amigo. Creyó oír una voz, pero era difícil distinguirla por el ruido del aguacero. Aguzó el oído y oyó agua cayendo cerca, una gotera, pensó, una gotera sobre la cama, alargó el brazo otra vez, y si, caía un chorro de agua muy cerca, lo mojó, cuando retiró el brazo palpó algo que parecía la pierna de una persona, quién está ahí, dijo mi amigo al tiempo que se levantaba y buscaba a tientas dónde encender la luz.

Cuando al fin encontró el interruptor vio al primo de su novia orinando. El hombre no tenía ni idea de lo que hacía, supongo que estaba ebrio. Tardó un tiempo en darse cuenta de la situación. Mi amigo tuvo que ducharse a las 3 de la mañana y volver a acostarse en un rinconcito para no untarse de orines. Le contó a su novia y ella le contó a la abuela y la abuela le contó a todo el mundo y así tuvieron tema de conversación para toda la estadía campestre, unos hacían bromas y otros ponían en entredicho la hombría de mi amigo diciendo que ellos en su lugar le habrían dado un puñetazo. 

Entramos a ver el documental, de pronto, casi al final muestran a un hombre en la pantalla, está orinando en el escenario, Nick Cave dice algo al respecto, no le puse atención porque recordé la historia que acababa de contarme mi amigo, sonreímos, debe haber algún mensaje detrás de todo esto, le dije. 

12/19/2014

Mi página web

Después de varios meses de trabajo terminé hoy mi página web, una selección de mis mejores fotografías, dibujos y animaciones.


9/12/2014

La Palmera

Hoy pasé por una obra y un obrero gritó desde lo alto: ¿Qué pasó ahí? ¡Tráiganle una guitarra! (si supieran que nunca pude con la guitarra) Los piropos se han sofisticado mucho. Al rato un chico de colegio me dijo que parezco un árbol de tierra caliente, yo pensé en la ceiba enorme que corona Barichara y sonreí, pero podría ser que se refiriera a una palmera.



    Foto: Camila Bordamalo García

9/11/2014

Conocí al máximo jefe de la mafia


 Conocí al máximo jefe de la mafia de los encendedores, el creador del cartel. Es un hombre serio, de voz grave, no sonríe. Los hombres de la mafia nunca sonríen. Cómo empezó todo, le pregunté, se transportó a sus años de infancia, me habló de su hermana:

_Alguna vez, acosado por la sospecha, entré al cuarto de mi hermana y lo esculqué todo, mis sospechas se confirmaron, debajo del colchón escondía cientos de encendedores, no le importaba que mi madre tuviera que comprar uno nuevo cada día. Muchos encendedores, de todos los colores y tamaños. Los cogí todos y me fui al mercado negro, para mi sorpresa me dieron por ellos mucho más de lo que esperaba.

_Vaya, ¡todo empieza en la infancia!

_ Si

_¿Y qué siguió después de eso?

_Después vino la preocupación por el medio ambiente.

_ ¿En su casa hablaban de la importancia de cuidar el medio ambiente?

_Si, mi madre hablaba de eso todo el tiempo y no aceptaba bolsas plásticas en los supermercados.

_Entonces puede decirse que usted venía de una familia con cierto nivel de educación.

_No soy un mafioso cualquiera. Tengo mis ideales. En ese entonces no se reciclaba, pero yo sabía que pronto se podría reutilizar el plástico, si podía llevar el robo de encendedores a una escala mayor y revenderlos lograría reducir la producción de encendedores nuevos, la fábrica de encendedores se vería obligada a producir menos y yo ganaría mucho dinero.

_¿Y cómo lo logró? ¿Contrató ladrones de encendedores?

_ Me colé en todas las fiestas y me dediqué a observar.

_  ?

_Veía quién se robaba el encendedor. Siempre, en todos los grupos, en todas partes, hay alguien que se roba el encendedor, es una especie de ley natural de nosotros los seres gregarios, en el pasado nos costaba mucho trabajo encender el fuego y en nuestros genes aún quedan resabios de eso. Cuando podía me acercaba al ladrón, le daba una tarjeta mía, le decía que le tenía una propuesta interesante, que no tenía por qué temer y nos citábamos en un lugar público.

_ ¿Y la gente iba así no más?

_ No todos, algunos eran recelosos, pero muchos iban.

_ ¿Y cómo son los ladrones de encendedores, obedecen a una tipología bien definida?

_En algunos aspectos podría decir que si, pero también son muy diferentes unos de otros, algunos no eran conscientes de que lo hacían y perdían los encendedores robados del mismo modo que los obtenían, sin siquiera notarlo. Otros eran perfectamente conscientes, pensaban en el próximo encendedor todo el tiempo, esos tenían en común la meticulosidad, solían ser pulcros, quisquillosos, observadores fríos, personas de pocos amigos, pese a tener una vida social agitada, motivada por el afán de posesión de encendedores.

_¿Estos ladrones coleccionaban los encendedores o los vendían?

_Eran pocos los que los vendían. El robo de encendedores en ese entonces no estaba motivado por el dinero sino por la magia del fuego. 

_¿Qué les decía usted?

_Que les daría dinero por esos encendedores, si los robaban nuevos, les daría más, si estaban con el gas a la mitad les daría la mitad, si casi no tenían gas, les daría la tercera parte.

_ ¿Y qué hacía con los que no tenían gas?

_Si no eran desechables, cosa rara, los llenaba, si no los acumulaba, convencido de que en algún momento valdrían algo, podrían reciclarse, sabía que llegaría un momento en el que las fábricas de encendedores los comprarían o el momento en el que yo mismo podría reciclar el material, estaba al tanto de los avances tecnológicos en la materia.

_Era un hombre con visión medioambiental. ¿Qué pasó después?

_ El número de ladrones de encendedores que me vendían su botín fue creciendo, había de todo, desde oficinistas hasta adictos al crack.

_ ¿Quienes roban más, los hombres o las mujeres?

_ Los hombres, pero no puedo decir que se deba a algo propio del género sino más bien al hecho de que en nuestra sociedad las mujeres no tienen la misma libertad que los hombres, si un hombre puede ir a mil fiestas y robar mil encendedores, una mujer puede ir a cien, nunca tendrá las mismas oportunidades para robar encendedores, ni siquiera las prostitutas las tienen.

_Entonces empezó a crecer…

_Si, empecé a crecer y a inundar el mercado, me eché encima a los propietarios de las fábricas de encendedores, monté mi propia planta de reciclaje y monopolicé la tenencia de la materia prima en mi continente.

_Se echó encima a los chinos.

_Los chinos intentaron matarme varias veces, pero soy un hombre de buenas, siempre escapé, mis guardaespaldas son fieles y eficientes.

_Les declaró la guerra.

_Si, al que no quiso aliarse conmigo lo exterminé.

_ Y después empezaron a seguirle los pasos ¿no es así?

_Si, aparecieron aspirantes a capos de los encendedores, en otras ciudades, en otros países.

_¿Los mató a todos?

_No, no a todos, con algunos hice acuerdos.

_¿Y en qué se gasta la plata ahora que es un hombre millonario, cómo vive?

_ Tengo una reserva natural enorme, soy dueño de numerosas fuentes hídricas. Mi casa es enorme, nadie entra a mi reserva sin mi autorización. En mi casa no se oye más ruido que el de los pájaros. No me baño en la ducha, me baño todos los días en mi propio río. Hago lo que quiero cuando quiero, cuando me aburro o siento peligro cerca me voy en mi avión privado a otra de mis reservas, el negocio marcha solo.

_ ¿Es cierto que mató más de 500 personas?

_Si.

_¿ Está dispuesto a entregarse a la justicia?

_ En lugar de juzgarme deberían agradecerme, si no fuera por mí nadaríamos en encendedores, se ofenden porque viene alguien y les roba el encendedor, pero no sienten ni pizca de remordimiento cuando lo botan a la basura ¿Sabe cuánto tiempo tarda el plástico en descomponerse? Más de un siglo. ¿Qué son 200 vidas comparadas con las generaciones condenadas a la extinción de su hábitat? Les hice un favor al librarlos de mis adversarios porque todos ellos querían producir más y más encendedores sin importar el costo que eso tiene para el planeta. Además invierto toda mi fortuna en el mantenimiento de reservas naturales.

_Entonces ¿deberíamos nombrarlo presidente?

_No tengo ningún interés en un cargo así, me gusta el ocio, levantarme a la hora que quiera, hacer lo que me dé la gana en todo momento, si fuera presidente viviría estresado.

_ Yo no cargo encendedor.

_¿Se los roba?

_Tampoco, si necesito uno lo pido y lo devuelvo en seguida y cuando compro alguno lo cuido, pero termina perdiéndose tarde o temprano.

_ Mis  colaboradores son eficientes y están en todas partes. Casi que hay uno en cada casa. Somos una comunidad fuerte.

Una vez concluida la entrevista, el máximo jefe de la mafia me invitó a sobrevolar su reserva.



Crisis


Crisis, esa es la palabra que nos ha perseguido a todos desde que tenemos uso de razón, parece que todo está en crisis. No sé, hoy no me importa la crisis de allá afuera, me importa la que se ha metido en mi casa. Estoy en crisis. 
Hace tiempo no escribo, últimamente la voz interior esa, no sé si es la que llaman consciencia, -el hecho es que es bastante molesta y me pone de mal genio-, se encarga de recordarme cada tanto que ya no escribo. A veces, del desespero, me dan ganas de correr muy rápido, lo más rápido que pueda, otras veces me dan ganas de gritar muy fuerte, gritar largo y tendido. No hago ninguna de esas cosas, no quiero terminar en un hospital siquiátrico. Otra veces me pongo a escarbar dentro de mí, hurgo en mi interior, he vivido tantas cosas, me digo, cómo es posible que no tenga nada que decir, ¿el mundo me pudo y anuló ese ser maravilloso que escribía?, ciertamente han existido ataques fuertes contra mi talento, ataques síquicos, vampiros a los que me he visto obligada a vender algo de mi talento, pero mi talento es como la cola de una lagartija, se regenera. La escritora no ha muerto, resiste escondida en un rincón de mi oscuro interior, va tomando nota de todo y me dice: calma, paciencia, aún no, no es tiempo, cuando lo sea saldré de mi escondrijo como una fiera, cargada de palabras, llena de fuerza, entonces serán horas de escribir y escribir, entonces diré todo lo que he visto, encontraré las palabras adecuadas, pondré la pasión necesaria y seré como un tornado, lo despertaré todo a mi paso. 

9/04/2014

Nunca me cansaré de oir a Cerati







Murió el más grande del rock en español. He vivido todo con sus canciones de fondo, he exorcisado todos mis amores con sus canciones.

8/05/2014

Piratas del Caribe


Últimamente he recordado un par de encuentros que tuve viajando, el primero en una carretera de Nueva Inglaterra, una pizzería a poco menos de una hora del Parque Nacional Acadia. La cajera se quedó literamente con la boca abierta cuando me vio, yo seguí actuando con naturalidad, haciéndole mi pedido muy pendiente de hablar bien el inglés, pero pronto su asombro fue muy obvio, no podía disimularlo, parecía que nunca había visto a alguien como yo. Se trataba de una reacción positiva, estaba embelesada, me miraba el pelo, la boca, seguía cada uno de mis movimientos, miró mi ropa, todo. La mujer que parecía la dueña del lugar acudió a atenderme porque vio que la chica estaba tan fascinada en su contemplación que no podía hacerlo. No había nada sexual en ello, la atracción no era sexual o al menos no en un porcentaje considerable, podría haber algún trasfondo, algún rasgo inconsciente, como puede haberlo en cualquier cosa, pero la naturaleza de la atracción no era sexual, era una curiosidad infantil, genuina, se trataba de un asombro auténtico, una curiosidad sin límites por lo desconocido.

El otro sucedió en el aeropuerto de Madrid, esperaba mi vuelo de regreso después de un viaje de 5 semanas, estaba agotada, esperando en una fila con mi maleta cuando un niño de unos 12 años me vio. Su asombro fue tal que se quedó inmóvil mirándome, examinó cada centímetro de mi cuerpo, se dedicó a observar mis zapatos, mi pantalón, mi saco, mi pelo, mis ojos, mi maleta…anonadado, esforzándose en capturar cada detalle. Le sonreí, el asombro siempre me ha conmovido. Supe de algún misterioso modo que me estaba asociando con Piratas del Caribe. El chico se había transportado a Piratas del Caribe mientras me veía, tenía sentido, llevaba unas botas de pirata, el pantalón era totalmente como el de los Piratas del Caribe, los colores desgastados, el pelo revuelto…no podía creer que existiera alguien como yo.

Se trata de la sublime experiencia de ver en el otro así como se lee en un libro abierto, la certeza de estar entendiendo lo que el otro siente. La transparencia que conduce a la comunión.