_Alguna
vez, acosado por la sospecha, entré al cuarto de mi hermana y lo esculqué todo,
mis sospechas se confirmaron, debajo del colchón escondía cientos de
encendedores, no le importaba que mi madre tuviera que comprar uno nuevo cada
día. Muchos encendedores, de todos los colores y tamaños. Los cogí todos y me
fui al mercado negro, para mi sorpresa me dieron por ellos mucho más de lo que
esperaba.
_Vaya,
¡todo empieza en la infancia!
_ Si
_¿Y
qué siguió después de eso?
_Después
vino la preocupación por el medio ambiente.
_
¿En su casa hablaban de la importancia de cuidar el medio ambiente?
_Si,
mi madre hablaba de eso todo el tiempo y no aceptaba bolsas plásticas en los
supermercados.
_Entonces
puede decirse que usted venía de una familia con cierto nivel de educación.
_No
soy un mafioso cualquiera. Tengo mis ideales. En ese entonces no se reciclaba, pero yo sabía que pronto se podría reutilizar el plástico, si podía llevar el robo de encendedores a una escala mayor y revenderlos
lograría reducir la producción de encendedores nuevos, la fábrica de
encendedores se vería obligada a producir menos y yo ganaría mucho dinero.
_¿Y
cómo lo logró? ¿Contrató ladrones de encendedores?
_ Me
colé en todas las fiestas y me dediqué a observar.
_ ?
_Veía
quién se robaba el encendedor. Siempre, en todos los grupos, en todas partes,
hay alguien que se roba el encendedor, es una especie de ley natural de nosotros
los seres gregarios, en el pasado nos costaba mucho trabajo encender el fuego y
en nuestros genes aún quedan resabios de eso. Cuando podía me acercaba al
ladrón, le daba una tarjeta mía, le decía que le tenía una propuesta
interesante, que no tenía por qué temer y nos citábamos en un lugar público.
_ ¿Y
la gente iba así no más?
_ No
todos, algunos eran recelosos, pero muchos iban.
_ ¿Y
cómo son los ladrones de encendedores, obedecen a una tipología bien definida?
_En
algunos aspectos podría decir que si, pero también son muy diferentes unos de
otros, algunos no eran conscientes de que lo hacían y perdían los
encendedores robados del mismo modo que los obtenían, sin siquiera notarlo. Otros
eran perfectamente conscientes, pensaban en el próximo encendedor todo el
tiempo, esos tenían en común la meticulosidad, solían ser pulcros, quisquillosos, observadores fríos, personas de pocos amigos, pese a tener una vida social agitada, motivada por el afán de posesión de encendedores.
_¿Estos ladrones coleccionaban los encendedores o los vendían?
_Eran pocos los que los vendían. El robo de encendedores en ese entonces no estaba motivado por el dinero sino por la magia del fuego.
_¿Estos ladrones coleccionaban los encendedores o los vendían?
_Eran pocos los que los vendían. El robo de encendedores en ese entonces no estaba motivado por el dinero sino por la magia del fuego.
_¿Qué
les decía usted?
_Que les daría dinero por esos encendedores, si los robaban nuevos, les
daría más, si estaban con el gas a la mitad les daría la mitad, si casi no
tenían gas, les daría la tercera parte.
_ ¿Y
qué hacía con los que no tenían gas?
_Si
no eran desechables, cosa rara, los llenaba, si no los acumulaba, convencido de
que en algún momento valdrían algo, podrían reciclarse, sabía que llegaría un
momento en el que las fábricas de encendedores los comprarían o el momento en
el que yo mismo podría reciclar el material, estaba al tanto de los avances tecnológicos
en la materia.
_Era
un hombre con visión medioambiental. ¿Qué pasó después?
_ El
número de ladrones de encendedores que me vendían su botín fue creciendo, había
de todo, desde oficinistas hasta adictos al crack.
_
¿Quienes roban más, los hombres o las mujeres?
_
Los hombres, pero no puedo decir que se deba a algo propio del género sino más
bien al hecho de que en nuestra sociedad las mujeres no tienen la misma
libertad que los hombres, si un hombre puede ir a mil fiestas y robar mil
encendedores, una mujer puede ir a cien, nunca tendrá las mismas oportunidades
para robar encendedores, ni siquiera las prostitutas las tienen.
_Entonces
empezó a crecer…
_Si,
empecé a crecer y a inundar el mercado, me eché encima a los propietarios de
las fábricas de encendedores, monté mi propia planta de reciclaje y monopolicé la tenencia de la materia prima en mi continente.
_Se echó encima a los
chinos.
_Los chinos intentaron matarme varias veces, pero soy un hombre de buenas, siempre
escapé, mis guardaespaldas son fieles y eficientes.
_Les
declaró la guerra.
_Si,
al que no quiso aliarse conmigo lo exterminé.
_ Y
después empezaron a seguirle los pasos ¿no es así?
_Si,
aparecieron aspirantes a capos de los encendedores, en otras ciudades, en otros países.
_¿Los
mató a todos?
_No,
no a todos, con algunos hice acuerdos.
_¿Y
en qué se gasta la plata ahora que es un hombre millonario, cómo vive?
_
Tengo una reserva natural enorme, soy dueño de numerosas fuentes hídricas. Mi
casa es enorme, nadie entra a mi reserva sin mi autorización. En mi casa no se
oye más ruido que el de los pájaros. No me baño en la ducha, me baño todos los
días en mi propio río. Hago lo que quiero cuando quiero, cuando me aburro o siento peligro cerca me voy en mi
avión privado a otra de mis reservas, el negocio marcha solo.
_
¿Es cierto que mató más de 500 personas?
_Si.
_¿
Está dispuesto a entregarse a la justicia?
_ En
lugar de juzgarme deberían agradecerme, si no fuera por mí nadaríamos en
encendedores, se ofenden porque viene alguien y les roba el encendedor, pero no
sienten ni pizca de remordimiento cuando lo botan a la basura ¿Sabe cuánto
tiempo tarda el plástico en descomponerse? Más de un siglo. ¿Qué son 200 vidas
comparadas con las generaciones condenadas a la extinción de su hábitat? Les
hice un favor al librarlos de mis adversarios porque todos ellos querían producir más y más encendedores sin importar el costo que eso tiene para el
planeta. Además invierto toda mi fortuna en el mantenimiento de reservas
naturales.
_Entonces
¿deberíamos nombrarlo presidente?
_No
tengo ningún interés en un cargo así, me gusta el ocio, levantarme a la hora
que quiera, hacer lo que me dé la gana en todo momento, si fuera presidente
viviría estresado.
_ Yo
no cargo encendedor.
_¿Se
los roba?
_Tampoco,
si necesito uno lo pido y lo devuelvo en seguida y cuando compro alguno lo cuido, pero termina perdiéndose tarde o temprano.
_ Mis colaboradores son eficientes y están en todas partes. Casi que hay uno en cada casa. Somos una comunidad fuerte.
Una vez concluida la entrevista, el máximo jefe de la mafia me invitó a sobrevolar su reserva.
genial
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