...y el hecho de que siempre que llegó a mis manos alguno de sus libros, su lectura fue absolutamente crucial para mí y significó una revelación providencial. Desde entonces puedo decir que Kafka me persigue a donde quiera que vaya y que de cuando en cuando me encuentro en situaciones kafkianas.
Lo que siento al leer a Kafka es lo que siento al vivir la vida misma, así como en nuestra existencia estamos en una búsqueda constante de sentido, así también al leer a Kafka estamos siempre a la expectativa, esperando una señal que nos revele la verdad o el sentido de este absurdo que parece ser la existencia, hábilmente narrada. Kafka confirma esto cuando dice: „La literatura es siempre una expedición a la verdad“, pero esa verdad no puede ser fácil, nos cuesta una vida y más hallarla, transitamos por un complejo entramado de caminos. La buena literatura debe corresponder a esa complejidad si quiere ofrecernos alguna revelación vital, por eso al viajar al universo kafkiano no podemos esperar encontrar respuestas claras y ordenadas sino múltiples caminos que se abren todo el tiempo.
Cuando recuerdo las narraciones de Kafka, siento lo mismo que al recordar un sueño, las imágenes que de inmediato ocupan mi mente son grises y frías y vienen acompañadas de una pulsanción vital y una tristeza irremediable. Pero luego de unos segundos cuando las imágenes se han esfumado llega la risa, el cruel humor del absurdo.
Leo el Castillo. Las primeros capitulos son más que oníricos, me aterra lo paciente que es K. me aterra su conformismo, la sutíl dominación de un concepto: Establisment, en lengua inglesa. Quiero y a la vez no, seguir leyendo (asi sea la segunda vez que lo hago) me asombra el parecido, la terrible copia de lo que me rodea, de lo que soy...Camila, Kafka si que es un perseguidor.
ResponderBorrarUn abrazo
P.D. Muchas, muchas gracias por tus comentarios en mi blog. Es un honor que me visites y comentes.
Tienes razón Balam, me pasa lo mismo con el Castillo, me desespera un poco, hay algo de aterrador...Es como un sueño casi pesadilla del que uno cree que despertará pronto, pero no despierta nunca y entonces uno se da cuenta de que ya no puede regresar, de que ese "sueño" es su nueva realidad. Tal vez a esto se refería Kafka cuando dijo: "Hay un punto sin retorno, a ese punto es al que hay que llegar"
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