10/19/2010

Funambulismo



Una vez más me pregunto cómo es que en la espera

uno vuelca toda su alma y existencia

sobre una línea tan inestable

como es la línea telefónica*.



* Válido también para la línea de correos

10/17/2010

De la pertinencia de un sindicato de vendedores de helados

(Fragmento de aquella novela inexistente)


Iba con cierta frecuencia a ese parque, no hubo una sola vez en la que no viera a esa señora con su carrito de helados, siempre sonriente y dispuesta.A juzgar por su impecable delantal blanco tomaba muy en serio su oficio.Parecía haber nacido para eso. Siempre que le compré helados fue amabilísima. Aún así había alguna cosa que hacía que yo no tuviera ganas de acercarme a ella y mis ganas de comerme una paleta desaparecieran. Es probable que aquella cosa fuera precisamente su sonrisa, esa como felicidad incómoda que en el fondo me daba lástima.

En esta ciudad el clima es en extremo variable, el mismo día puede hacer un calor extenuante y un frío de perros, puede brillar el sol y llover de un momento a otro. Antes de salir de casa todo está despejado, la temperatura agradable, el sol en todo su esplendor, pero dos horas después puede verse uno empapado bajo la tormenta. No hay ninguna señal de que vaya a pasar lo uno o lo otro y los meteorólogos no aciertan. No creo que haya ninguna ventaja en esto, pero si la hubiera no podría ser otra sino el consecuente refuerzo de la capacidad previsora de la gente, obligada a cargar sombrilla todos los días si no quiere mojarse.

Las condiciones no son pues las mejores para los vendedores ambulantes de helados. Todos sabemos que la gente no compra helados en los días fríos. Es preciso observar que estas personas son bastante humildes para entender lo que un día nublado significa para ellas. Por ser gente que vive del día a día, sus necesidades básicas dependen exclusivamente de la venta de helados, que tengan en la noche un lugar donde dormir y algo que comer depende del clima. La señora en cuestión siempre sonreía, incluso los días nublados cuando no había casi nadie en el parque. Ella simplemente estaba ahí parada con su carrito de helados; en la mitad del inmenso parque vacío esperaba que alguien apareciera no sé de dónde y le comprara un helado. Yo no quería acercarme a ella, me daba algo de pesar, pero lo más definitivo para mí era el patetismo de su sonrisa, no me cabía en la cabeza que estuviera feliz en un día tan malo y que su optimismo fuera tal que la hiciera quedarse ahí esperando un cambio en los designios meteorológicos de la divina providencia, designios muy caprichosos como hemos visto.

Imaginarme por un momento lo que es depender completamente de algo externo, en absoluto incontrolable, como el tiempo, me produce un fastidio enorme. La señora sonríe sin embargo, no sé si es que su estado de ánimo no depende de las ventas y del éxito de su jornada o si es que puede ser feliz habiéndose entregado de ese modo al azar.*

* Lo mismo vale para los vendedores de sombrillas

10/13/2010

Deducciones del siquiatra

Hay dos tipos de locos: los que se enloquecen en su entorno, en su casa, delante de su familia y de sus amigos y los que se van a enloquecerse lejos. Los primeros son los peligrosos, esos son los que están más graves y los que llegan a representar una verdadera amenaza para la tranquilidad de quienes les rodean, esos requieren de todo el cuidado y atención, los otros han conservado hasta el último momento la preocupación por su reputación y si pudieron obedecer a ella, con toda seguridad podrán también salir de su estado de perturbación y regresar a su entorno original a llevar una vida relativamente normal. Por lo general estas personas llegan al límite de demencia en su primer viaje largo a un destino internacional, después lo pensarán bien antes de volver a abandonarlo todo.

10/01/2010

ASÍ FUE COMO X SALIÓ DE NUESTRAS VIDAS

_Bueno, es que x era una persona normal, quiero decir…actuaba de manera lógica. No esperamos nunca algo así de X. No cabíamos del asombro. Nunca pensamos que…nos sorprendimos sí, pero jamás nos imaginamos que no regresaría, nos pareció algo loco claro, pero supusimos que era algo pasajero, una broma de X, aunque X no solía hacer bromas tan contundentes, pero bueno.

Usted sabe, no se lo cree, un final así no se lo cree uno. La gente dice: voy por cigarrillos, nadie sale a correr así. X lo hizo. Ibamos caminando todos juntos y de pronto, sin decir nada arrancó a correr, corría muy rápido como si creyera que íbamos a perseguirlo. Nosotros nos detuvimos claro, y obervamos cómo se alejaba, nos miramos perplejos y observamos otra vez- la recta era larguísima y sólo lo perderíamos de vista cuando estuviera realmente lejos- . C dijo: se le habrá olvidado algo.

Ante situaciones así uno no sabe qué decir. No hablamos del asunto, pero quedamos preocupados. X era una persona educada, como la mayoría de gente tímida hablaba de acuerdo a las normas de cortesía, ya sabe, frases del tipo “podría hacerme usted el favor”, “gracias, ha sido usted muy amable”. Estaba siempre bien vestido, limpio, era puntual…No es común que alguien así salga corriendo sin avisar, por eso nos preocupamos un poco. Recuerdo haber pensado que tendría alguna razón poderosa y al día siguiente nos la contaría. Pero X se esfumó, pareciera que el aire se lo hubiera tragado en algún punto de la recta. Así fue como X salió de nuestras vidas. Cuando nos avisaron de su casa que no había llegado nos quedamos fríos. Pasó un día y luego otro y otro y X no regresó. Hubo algunos rumores de gente de la zona, que lo habían visto, que estaba muerto…pero nada comprobable, ninguna historia medianamente creíble. Ya sé que ésta no es creíble, pero hay tres testigos más y todos coincidimos en nuestras declaraciones.

No sé qué pudo pasarle y me cuesta creer que X lo haya planeado porque no estaba preparado, no llevaba nada consigo, ni siquiera un saco para el frío…además siendo una persona tan responsable no se iría justo antes de su graduación. Pero nunca encontraron su cadáver. La policía investigó el caso durante meses, hasta que se cansó de la falta de indicios, nos investigaron a nosotros también. Con esta historia es comprensible que nos convirtieramos en sospechosos ¿no cree?.